Como bailarina-docente vivencio el entrenamiento como un espacio fundamental para potanciar la danza. No sólo porque permite realizar movimientos desde otra perspectiva, por fuera del ámbito de clase, sino que brinda una pausa para analizar y comprender desde dónde y cómo me quiero mover.

Hoy el entrenamiento me lleva a conectarme con mi cuerpo. Y todo se entrena, nada ocurre por arte de magia.

Entreno porque no sólo logro mejorar mis capacidades físicas, sino que también encuentro que puedo mejorar aspectos tan esenciales como la resistencia, la concentración, la seguridad; puedo afinar la percepción; la musicalidad. Es importante que el entrenamiento para la danza contenga todo esto, no solamente una búsqueda estética.

Es por eso que debemos entrenar con un enfoque específico, dirigido por y para potenciar artistas del movimiento.